La succión del pulgar (chuparse el dedo)

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Una succión prolongada del pulgar puede tener un cierto número de consecuencias sobre el desarrollo de los huesos maxilares y los dientes, con alteración de la armonía estética facial.

También produce consecuencias sobre funciones tales como la deglución, la dicción…

El reflejo de la succión es fisiológico y está ya presente antes del nacimiento.

Consecuencias de la succión del pulgar

Además, es indispensable para el desarrollo del niño pequeño. Sin embargo, una succión prolongada del pulgar, del chupete o del biberón es perjudicial para una correcta evolución dental.

Una succión persistente hace perdurar lo que se denomina una deglución infantil: cuando la lengua adopta una posición incorrecta, demasiado baja, tanto en las comidas como durante la deglución de la saliva (una media de 2000 veces al día). Se interpone hacia adelante entre los dientes superiores e inferiores, y empuja los incisivos superiores hacia adelante y los incisivos inferiores hacia atrás. Eso impide a la lengua subir y apoyarse en el paladar para ejercer una presión lateral necesaria en el desarrollo transversal (en anchura) del maxilar superior.

Así, pues, el maxilar superior y por lo tanto el paladar, no alcanza su pleno desarrollo y es más estrecho de lo normal.

Niño chupándose el dedo

Los dientes superiores se encuentran proyectados hacia adelante y los dientes inferiores hacia atrás, por la acción constante del pulgar o el chupete. Así queda una mordida abierta, es decir, los dientes anteriores de arriba y abajo no contactan. El labio inferior tiende a colocarse entre las dos arcadas dentales, lo que confiere al niño una fisonomía particular (dientes de conejo).

Como se ve, una succión prolongada provoca un desequilibrio de las fuerzas musculares.

Siendo precisamente el equilibrio de las fuerzas musculares de la zona oral (labios y lengua) el que permite un desarrollo equilibrado de los maxilares y un buen posicionamiento de los dientes.

La succión del pulgar y la ortodoncia

Su tratamiento pasa por la interrupción de la succión del pulgar y la reeducación lingual. También se incluye en dicho tratamiento, la utilización de un aparato que impida la succión. Si su hijo se ha chupado el pulgar hasta una edad tardía o si aún se lo chupa, podemos ayudarle a dejar dicha costumbre y ver si es necesario un tratamiento ortodóncico.

Hoy en día se aplican tratamientos ortodóncicos a una edad más temprana con aparatos específicos, sencillos y de corta duración. Ello permite a menudo evitar tratamientos más pesados en la adolescencia. Por supuesto, no todos los niños necesitan una intervención precoz.

Cuándo empezar a tratar este problema

El control ortodóncico es tanto más necesario cuanto que el niño se haya chupado el dedo más allá de los 5 años. En caso de mala posición de los dientes, se pueden proponer tratamientos simples y eficaces desde los 6 años. Incluso si su hijo ha abandonado el pulgar rápidamente, se aconseja realizar una primera consulta ortodóncica antes de las 6 años.

No todos los niños que se chupan el pulgar tienen por qué tener problemas ortodóncicos. Hay a menudo un conjunto de factores que coexisten (duración de la succión, tonicidad muscular). Si el niño continúa chupándose el pulgar aún llevando aparato, no duden en pedir opinión sobre la continuidad suspensión del tratamiento.